
Cuarenta y ocho horas de
estornudodolordecabezatos.
Todo el fin de semana metidita en casa. Menos mal que el apagón analógico no ha llegado aquí aún y pude adormecerme haciendo sillóntele (me gustan las palabras esdrújulas).
También aproveché para leerme una joyita: "Veinticuatro horas en la vida de una mujer", de Stefan Zweig. Una novela breve pero intensa a la que no sé si acusar de moralista o todo lo contrario.
Desde luego, un maestro de las letras que escribe una historia dentro de otra y retrata psicológicamente el perfil de las mujeres (mejor de las personas) de una época, intentando sobrevivir bajo la losa de las convenciones y el recato social.
La narración se entremezcla perfectamente con descripciones con todo lujo de detalles, hasta los más nimios, que hacen que te traslades sin esfuerzo a la situación. Pero una no puede menos que sonreir, cuando al llegar a las escenas de contenido sexual, pasa del detallismo más maníaco a cubrir con un tupido velo. Y entonces, te alegras de que algunas cosas hayan cambiado desde aquella época.
Pero ese detalle no oscurece el buen ritmo narrativo y la perfecta estructura de esta novela que prescribo para ayudar a la convalecencia de gripes y resfriados.