lunes, 11 de octubre de 2010

el dios de las pequeñas cosas

Un libro que rondaba al acecho por mi casa desde hace años. De una estantería a otra, de aquí para allá, intentando acorralarme. Pero yo nunca le había hecho caso. Hasta que se confabuló con un catarro largo, tan largo que acabó con la revisión de mis pelis en dvd y con las listas de espera de mi mesilla de noche y no tuve otra opción que levantar su tapa.

¡ATRAPADA!

Una página tras otra, una noche tras otra, intentando vencer al sueño para leer un párrafo más, teniendo muchas veces que releer al siguiente día lo de la noche anterior, porque el sueño tiene amnesia.

No sé si en la literatura india es también un estilo frecuente, pero su saga de varias generaciones, su mezcla del tiempo presente y pasado, su realismo mágico, el peso trágico del destino, el enredo entre política y tradición, me evocó grandes novelas de la literatura hispanoamericana.

Y como si el monzón se hubiera escapado de sus páginas, llueve toda la tarde en mi casa, y la luz va desapareciendo mientras yo también me empapo de sus últimos capítulos y no puedo despegarme de sus letras ni para encender la lámpara, así que cada vez lo acerco más a mis ojos, cada vez más borrosas las letras... hasta que acaba magistralmente con una frase de una sola palabra: "Mañana".


4 comentarios:

Furacán dijo...

Tiene buena pinta.

francesc dijo...

No soy muy buen lector, pero me has picado la curiosidad, tal vez.... lo lea si lo encuentro:)
Un beso

Pep dijo...

... ya has desvelao el final ...
... yo me kedé en ...
"Se vovió para decir de nuevo Naaley"

Saluz

RAMON MUNTAN dijo...

Abrir un libro es como traspasar un puerta cerrada y misteriosa.

Siempre me ha gustado el ejercicio de leer libros sobre los que no tengo referencias. A veces los abandono en la página diez, pero en las pocas ocasiones que te sorprenden y te atrapan, el placer del descubrimiento vale la pena por todos los fracasos.