viernes, 13 de julio de 2007
Trasbordo
Tú y yo. Juntos por fin. Seis horas para el trasbordo. Manitas, besos sin lengua mientras cargamos nuestras mochilas por los pasillos. Un ligero toque de rubor en la cafetería. Tu lengua se abre paso en una esquina. Abrazo con revoloteo de manos detrás del panel de información. Miradas que lo dicen todo en la tienda de recuerdos.
Corremos a la capilla. Hay poca gente, pero es demasiada. Ni en la última fila podemos tener la intimidad que nos urge. Y, debemos reconocerlo, el carácter sagrado del recinto, más que darle morbo al asunto, nos da cierto sabor a culpabilidad. Me brota una breve risita algo histérica que apagas con tu mano. Así que, sentados uno junto al otro en el banco, no avanzamos mucho más allá de los muslos.
Buscamos ahora los baños. Yo entro y reviso. Cuando no hay nadie, te hago una señal para que entres. Nos encerramos en el zulo de un water. Vuelan rápidas las manos y desesperadas las bocas. Tú subes mi falda, yo bajo tu cremallera. Tú exploras lo que da de sí el elástico de mis bragas. Yo hago espeleología en la gatera de tu pantalón. Ya palpita el corazón caliente de la Tierra. ¡Fuera botones!, ¡abajo las cremalleras del mundo!, ¡dragones liberaos!
Te sientas sobre la tapa del water y yo sobre ti. Nos restregamos un rato al puro estilo Victor Noir. Fuera de nuestro pequeño planeta se oyen los sonidos de mujeres que entran y salen. Mean. Tiran de la cisterna. Se lavan las manos. Aquí, dentro, así, suave, caliente, sigue, ahora, bestia, tierno. Cuando algún suspiro se escapa de mi boca, le sigue un vergonzante momento de silencio en el resto del baño. Algún comentario por lo bajini. Alguna risa ahogada. Como si acaso nos importara. No hay más mundo que este water, no hay más gente que nosotros, no hay más aire fuera de nuestras bocas, ni más carne que esta carne.
- Seguridad.
Instintivamente, tú levantas los pies.
- …
- Seguridad. ¿Se encuentra bien?
- Dígame - Contesto entrecortadamente.
- ¿Le ocurre algo?
- …
- Salga en cuanto pueda.
- …Bueno.
Un rato más tarde.
- ¿Sigue usted ahí? – Pregunto bajito.
- Sí
- Mireee, para serle sincera, así es que no puedo… acabar.
- Salga en cuanto pueda.
Tú y yo nos miramos. No hay remedio. Nos recolocamos la ropa.
Una, dos y tres… abrimos la puerta.
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12 comentarios:
Pensaba que me había equivocado de blog.
... os han pillao ... pero lejos de agachar la cabeza, hay que salir con ella bien alta ... la cabeza ... por que lo demás supongo que ...
bufffff... tremendo...!!!!
Ej qué ...mira que hacer "esas" cosas" en "público"...
Ayssssss.... ( oye... ahora qué no nos "escucha nadie"... cómo acabo el "tema"...???? :-))))
Un abrazo a ritmo de tren de cercanias... :-)))))
Por cierto...me ha encantado lo que has escrito... me ha gustado mucho este "blogticulo"...
holaaa
esta noche he tenido cena de ex alumnos, 20 años sin vernos... i algun amiguete/a ha recuperado el tiempo perdido en situacion similar ;-)))
toy intrigao como acabó la fiesta...
joer que pelotazo...estos securatas!!!
bsss
ummmm me recuerda a una excursión que hicimos en mi época de universidad. Mucho se especuló sobre quienes podrían ser los autores de los gemidos :-))
Por cierto que escribes muy bien, podría pasar por un trozo de una novela
Sin comentarios.
Saludos
Se abre la puerta y el guarda de seguridad tiene cara... de morirse de envidia.
Que bueno! Esta historia te hace viajar en el pasado....Lo mejor en estos casos es salir como si nada...la sorpresa juega a tu favor.
Saludos
Me encantó, tienes que regalarnos más relatos de estos. Nos hacen disfrutar... ;-)
Besitos
jaja
Ha sido muy divertido.. y suerte que pudes hacer cosas de esas.. mi chico se ruboriza si meto las manos en sus bolsillos en publico.. pero a mi me parece mil divetido.. sin embargo no pierdo la esperanza de algun dia poder seguir tu ejemplo..
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