Despertó como si unas sales le hubieran abordado la pituitaria. Su cuerpo estaba tendido en el suelo. No recordaba nada. Para ser más sincero lo que quedaba en su memoria no tenía nada que ver con lo que ahora estaba a la altura de sus ojos. Su última instantánea era una tierra desprovista de vegetación, del color del suelo volcánico, árida y en cierto modo desolada. Por eso no podía entender cómo estaba rodeado de flores blancas, amarillas, y un tapiz verde en su esplendor. Se levantó, todavía pensativo, y tras mirar y mirar la maravilla de aquella primavera inesperada, se llevó las manos a la cabeza y gritó: Se ha cumplido el conjuro!!! Ya estaba todo claro. Se vió cuando alzando los brazos había aceptado el trueque: Mi reino por una primavera!! Y se había cumplido. Él, vestido con andrajos, dominaba un paisaje espléndido que ya no le pertenecía. Entonces fue cuando decidió convertirse en fauno. Dicen que una ranita le hizo desde entonces compañía.
9 comentarios:
Suena a bello y optimista pero a mí la primavera me altera. Vivo estornudando, y con picor en los ojos...
Aunque tiene su mérito por sú misma...
Me gusta el otoño.
jo que bonito!!
Dan ganas de tirarse al césped!
Besicos
¡un verdadero lujazo!
¡si señora!
que suerte que tienen Chewaka&CIA..!!!
Ya nos gustaría ( yo la primera) decir lo mismo, qué placer de jardin, de vistas..de olor, qué colores!
Ah!!! que bien! y que envidia mas sana me das, con ese jardín tan grande:) Son tus perritos, ¿Verdad?
Un besote
jejejeje.. pues eso será en tu tierra. ;-)))) Por aquí todo el día lloviendo.. y yo con la chimenea encendida.. ;-)))
A ver si estos días viene la primavera de una vez... joerrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr... ;-)))
Besos...primaverales.. ;-)))
Despertó como si unas sales le hubieran abordado la pituitaria. Su cuerpo estaba tendido en el suelo. No recordaba nada. Para ser más sincero lo que quedaba en su memoria no tenía nada que ver con lo que ahora estaba a la altura de sus ojos. Su última instantánea era una tierra desprovista de vegetación, del color del suelo volcánico, árida y en cierto modo desolada. Por eso no podía entender cómo estaba rodeado de flores blancas, amarillas, y un tapiz verde en su esplendor.
Se levantó, todavía pensativo, y tras mirar y mirar la maravilla de aquella primavera inesperada, se llevó las manos a la cabeza y gritó: Se ha cumplido el conjuro!!!
Ya estaba todo claro. Se vió cuando alzando los brazos había aceptado el trueque: Mi reino por una primavera!! Y se había cumplido. Él, vestido con andrajos, dominaba un paisaje espléndido que ya no le pertenecía.
Entonces fue cuando decidió convertirse en fauno.
Dicen que una ranita le hizo desde entonces compañía.
Por supuesto, aquí los colores adquieren luminosidad, me gusta el amarillo, me presta vida.
Abrazos, Monique.
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