lunes, 22 de agosto de 2011

el mar libre

No es comparable la emoción de tener un elefante a cinco metros, separado por un foso en un zoo, por grande que sea el bicho, con el pequeño milagro de que se te acerque un armiño, porque le de la gana, a olerte la mano en pleno Pirineo.

Tampoco es lo mismo nadar relajadamente en un mar domado con diques que darte un baño de energía en el océano que libremente ha decidido aflojar un poquito su fuerza para permitir que los mortales juguemos apenas en su orilla.

Así, el Atlántico, deja que esta liliputiense se sienta poderosa por un rato, saltando sus diminutas olas y dejándome arrastrar por la espuma, pero siempre atenta por el rabillo del ojo por si se harta de jugar conmigo y me manda una ola tamaño estándar.

2 comentarios:

Pekas dijo...

El mar.. el reino de las emociones, imagen de lo inconsciente, profundo, extenso, transparente, arrastrándo en cada ola parte de nosotros mismos...
mar poderoso...

"Quién ha cruzado el mar con sus tiburones y demonios,
con sus olas terroríficas, tan difíciles de salvar...
se dice que ha llegado al fin del mundo y que ha partido más allá".

Un abrazo.. desde las montañas...
;-))))

AdR dijo...

Oh, sí, nuestro Atlántico a veces es muy salvaje, cuidado con él, a mí me ha jugado alguna vez una mala pasada. Suerte que al final me deposita con cuidado en la orilla...

Le deberé gustar.

Besos