viernes, 2 de marzo de 2007

recuerdo

Me gustaba sentarme a mirarlo. Era como un ritual secreto, y yo una privilegiada a quien se dejaba contemplarlo. Él en camiseta interior, de ésas de las de antes, sin mangas, con patente ancha y tela de agujeritos.

Llenaba el lavabo con agua. Hacía espuma en un recipiente, la más blanca y suave que yo haya visto nunca. La tomaba con la brocha y siempre ponía un poco en mi nariz. Y yo siempre protestaba y me reía.


Luego se embadurnaba la cara y comenzaba a pasar la navaja, lentamente, sin apartar sus ojos del espejo, en una ceremonia que a mí me parecía peligrosísima y mi abuelo alguna especie de superhéroe por hacerla cada día. Limpiaba la navaja en el agua del lavabo y volvía a pasarla por su cara. Repetía el gesto una y otra vez, hasta que la espuma desaparecía de todos los recovecos de su cara.


Después, se lavaba con agua limpia y se daba sonoras palmadiras en la cara con una loción aftershave cuyo olor lo tengo indisolublemente ligado en mi recuerdo a los hombres buenos y valientes.

10 comentarios:

Jok dijo...

Momentos cotidianos de un hombre convertidos en instantes magicos guardados en el recuerdo de una niña adorable. ;-)

Bejota dijo...

Adorable.

Pekas dijo...

Sencillo...hermoso... tierno... conmovedor...
Gracias... ;-))))

Diana L. Caffaratti dijo...

Me has traído recuerdos más cercanos:
mi padre afeitándose, y yo esperando el momento de la brocha espumosa en mis nariz... Tal cual!

Diana L. Caffaratti dijo...

Granota:
No funciona el link... Menos mal que te puse en mi listado (María de comunalia)

felipe dijo...

Acabo de ver a mi padre, fallecido hace diez años, hacerlo de nuevo.El también usaba la misma loción.
Gracias por llevarme de nuevo a él.

Anónimo dijo...

Él vive y vivirá siempre en ti...
bsss

Anónimo dijo...

Hola, María querida. Aquí visitándote. Me ha gustado mucho este breve pero sustancioso relato. Esta fotografía de la niña María y su abuelo. Me gusta leerte rescatar momentos memorables del olvido, y no solo eso: hacerlos memorables también para nosotros tus lectores. Gracias por compartirlo. Es conmovedor en su sencillez. Dice más de lo que dice. Siempre hay algo terriblemente nostálgico y triste en lo que escribes, pero también haces pensar a uno que es una fortuna, triste o no, poder recurrir al recuerdo. Un abrazo.

Anónimo dijo...

Fascinante la descripción de ese momento, tu recuerdo. Felicidades por tener bellos trecuerdos.

jb500.blogspot.com dijo...

recuerdo mis visitas infantiles al barbero de al lado de casa, siempre con las botellas de floid, locion de afeitado.
un dia me comento que, si queria, podia afeitarme, aquel dia me hice mayor.
eso si, jamas he vuelto a usar floid, locion de afeitado. :-)))