Salimos rumbo al centro de la isla. Las nubes anuncian otro espectáculo, que comienza puntualmente cuando llegamos a Cienfuegos. Relámpagos, truenos y la lluvia que cae concentrada en apenas una hora. Me acuerdo de la cancíon de Silvio... llueve otra vez... detrás de mis frontales... entre oreja y oreja nubes bajas... La carretera hacia Trinidad es preciosa, con enormes mangos llenos de frutas empezando a enrojecer.
Trinidad es una joyita, una ciudad colonial que el declive del comercio del azúcar sumió en el olvido y, por tanto, en la conservación. Aquí los negros son negros, negros negros, descendientes directos de los esclavos, parece que apenas sin mezcla. Negros que han ocupado las mansiones de sus antiguos amos. Nos quedamos a dormir en una casita preciosa, con un columpio en el tejado donde no me hubiera importado dejar pasar las horas con un buen libro cubano... pero mejor damos un paseo por el empedrado desigual y nos acercamos a la plaza de la iglesia, donde cada noche vecinos y turistas bailan al son de unas cuantas orquestas locales. Yo no me atrevo, aquí todo el mundo baila como un auténtico profesional.
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4 comentarios:
Envidia cochinisima que tengo!!!!!!!...Preciosas las fotos, ese columpio y esos bailes (anda que tú también...¿qué más da la profesionalidad???...¡¡¡el baile es únicamente movimiento y libertad del cuerpo!!!)...
besitos, guapa.
Estupendas fotos, me está encantando ese viaje por Cuba
Syl! Qué bueno que te pases por aquí!! Lo del baile lo dices porque no los viste... eso no era libertad de movimiento, eso era coreografía en pareja...
Furi, a mí también, cuanto más tiempo pasa, más me encanta...
CUBAAAAAA! GUAUUU, tan cerca que está de mi país y le debo la visita. Lograste captar el alma con esas fotos....sigue, sigue gozando del sol, el son, la rumba, el sabor y calor único de los cubanos...
besos, Monique.
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