Un día no estabas. Ese día me faltó algo. Un día llegaste corriendo justo cuando el tranvía arrancaba y no pudiste evitar levantar la mano para saludarme mientras yo me alejaba y mi corazón se aceleró como el de una quinceañera. ¿Cuánto llevamos así? A mí me parece que toda la vida. Tantas veces he pensado en bajarme yo y acercarme, atravesar el cristal que siempre nos separa y nunca me he atrevido. Y hoy por fin los dioses griegos, el dios justiciero o el azar travieso, hacen que nos encontremos en un bar ¿y no me reconoces?
domingo, 5 de septiembre de 2010
conexión
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4 comentarios:
Es cierto que muchas veces hacemos las cosas para los demás, sabiéndolo o sin saber...
Besicos
Yo tengo un final alternativo: el tipo entra en el bar cogido de la mano del conductor del tranvía.
Pero, bueno, el tuyo me gusta más.
El tuyo me gusta, Bejota. El mío es muy abierto. En el mío cabe el tuyo. ;)
Una vez me sucedió algo parecido.. la vi varias veces en el metro.. cruzamos las miradas en más de una ocasión...nos enocntramos una noche en la calle... y fuimos incapaces de decirnos nada...
Decisiones.. cada día.. aguién pierde alguién gana, ciudadanía..
;-))) ( Rubén Blades )
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