Donde la tierra es aún una recién nacida. Desolada, quitahipos... rompe botas... (y rompe almohadillas perrunas, pobrecillos, tuve que cargarlos a ratos)
Y la vida siempre ahí, presente, abriéndose paso.
Nosotros, como diminutas hormiguitas, admitidos aunque no invitados...
Asomándonos a los intestinos de la isla... (quedaba más bonito las venas, pero más manido, ¿no?)
Escuchando los ecos de gente que ya no está... (me sigue emocionando tanto encontrar restos de cerámica aborígen, fíjense ese borde adornado con rayitas, qué mono!)
La fuerza, la soledad, lo salvaje ¿hay algo más parecido a la belleza?
7 comentarios:
no. no hay nada. :)
un beso
Guau! impresionante, me encantan esos paisajes. Debe ser lo más parecido a estar en la Luna o en Marte que podemos sentir.
Uf, qué miedo da todo esto.
Sobrecogimiento, la raíz de la experiencia mística...
Viví tanto tiempo cerca de montañas que me has tomado con "saudade"
Vives la aventura a pleno. Qué lindo!
¿Qué haces con los restos indígenas que encuentras?
Cariños.
Los fotografío ;)
Para variar.
Publicar un comentario