lunes, 22 de agosto de 2011

el mar libre

No es comparable la emoción de tener un elefante a cinco metros, separado por un foso en un zoo, por grande que sea el bicho, con el pequeño milagro de que se te acerque un armiño, porque le de la gana, a olerte la mano en pleno Pirineo.

Tampoco es lo mismo nadar relajadamente en un mar domado con diques que darte un baño de energía en el océano que libremente ha decidido aflojar un poquito su fuerza para permitir que los mortales juguemos apenas en su orilla.

Así, el Atlántico, deja que esta liliputiense se sienta poderosa por un rato, saltando sus diminutas olas y dejándome arrastrar por la espuma, pero siempre atenta por el rabillo del ojo por si se harta de jugar conmigo y me manda una ola tamaño estándar.

domingo, 7 de agosto de 2011

el mar domado


Me gusta el mar. No entiendo por qué voy tan poco si me gusta y vivo en una isla. Supongo que me gusta el mar indómito, salvaje. Y al mismo tiempo me da mucho miedo. Me gusta ir a playas de las que hay que llegar caminando y el mar te mira por encima del hombro y piensa ¡pobre mortal!

Quizá por eso no vaya mucho, porque llegar a esas playas no es tan fácil como ir a las que el mar ha sido domado. Pero ya lo necesitaba, necesitaba hundirme y absorber toda su energía. Y necesitaba sol, que mi casa parece Suecia, donde la gente va en invierno a tomar rayos ultravioleta para combatir las depresiones.

Así que me fui a una playa de mar domado. De esas llenas de sombrillas, olor a bronceador de coco y rompeolas que hacen que puedas nadar si no te chocas con nadie. Y sería el hambre de sol y mar que tenía, pero no me pareció tan mal. Había ligeras olas, desde que te metías un poco para adentro ya no había gente y si no mirabas para las pirámides de bungalows trepando por la ladera, hasta podía tener su encanto... hasta que pasó una boñiga humana flotando a mi lado.



martes, 2 de agosto de 2011

el tarantino del XVI

Si no fuera porque este muchacho es tan imprescindible en el currículo de alguien que se considera buena lectora, puede que lo hubiera dejado en las primeras páginas, porque es arduo de leer.

Pero luego me fue enganchando hasta que terminé pensando que probablemente lea algo más de este tal William.