Fui concienciada de que no podía traerme a ninguno más. Ahora no. Pero ver allí aquellos cientos de perros de todos los tamaños, edades y colores, pisando su propia mierda porque los pocos voluntarios que van a echar una mano no dan a basto a mantener aquello continuamente limpio... me marcó no solo la piel sino también el corazón. Y también cogí la escoba y me puse a barrer y recoger mierdas.
Me habría traído a los viejillos, a los flaquillos, a los tristes y a todas las múltiples combinaciones de estas tres variables, a todos. Y no me traje a ninguno.
Pero volví con mis rasguños de saludo y mis pensamientos sobre lo horrible que tiene que ser traerte un bebé de un orfelinato de cualquier país lejano y dejarte allí otro montón de caritas redondas y tristes.
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1 comentario:
Estoy contigo... Mierda.. !!! :-(
Un saludo... y un abrazo.. !!!
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